jueves, 22 de diciembre de 2011
Venga vino y alegría
No crean que en casa d. somos muy entusiastas de la Navidad, muy al contrario: en “estas fechas tan entrañables”, pasear por el vecindario y ver las decoraciones de los vecinos —esos ciervos lumínicos que mueven la cabeza, esos papá noeles ahorcados de las ventanas—, asistir al fenómeno de las Personas con Peluca —seres adultos que inexplicablemente y en un arranque de fervor místico cristiano se calzan una peluca de colorines para pasear por las calles celebrando el nacimiento del Señor—, o mismamente entrar a cualquier centro comercial, tienda o mall y vernos sometidos a la escucha constante de esos villancicos indescriptibles, son cosas que nos hacen entender a esas personas que un día agarran el subfusil de la repisa del salón y se dirigen a dichos centros comerciales disparándole a todo lo que encuentran de camino.
Es necesario analizar a fondo este turbio, delicado y a menudo doloroso asunto de los villancicos. Ustedes, como toda persona de bien, han de saber o intuir que infamias como “White Christmas”, “Rudolf the Red-Nose Reindeer”, “Santa Claus is Coming”, “I Saw Mommy Kissing Santa Claus” o “Grandma Got Run Over By a Reindeer”, entre otros grandes éxitos omnipresentes durante un mes entero en los altavoces de toda tienda y comercio del universo, fueron creados en la segunda guerra mundial como armas secretas de tortura contra el ejército nazi (poco después del “chiste más divertido del mundo”). Cuenta Goebbels en sus memorias que Hitler, al oír por primera vez “White Christmas”, exclamó “Gott im himmel! La Guerra está perdida”, y que esa misma noche se suicidó en su bunker para poder quitársela de la cabeza.
A nosotros, dicho sea de una vez, nos parece que el más certero resumen sobre este espinoso asunto lo escribió Eric Idle en esta obra maestra llamada "Fuck Christmas", cuyo verso “go tell the elves / to fuck themselves” acaso sea la cumbre lírica de la segunda mitad del siglo XX:
Pero, aunque a ustedes les cueste creérselo a estas alturas de año, no toda la música navideña se encuadra entre lo vomitivo y lo directamente punible por el TPI. Hay dos pueblos en concreto que han alcanzado grandes cotas artísticas en el mundo de la canción navideña, y que por tanto proponemos como los dos únicos pueblos sobre la tierra a los que se debería permitir manejar este espinoso género del villancico: el portorriqueño y el español (especialmente el andaluz). Dado que este saloncito tiene el tema que tiene, pasaremos de puntillas por las maravillas que Borinquen despliega en el tema de aguinaldos, parrandas y demás canciones de temática navideña, y nos centraremos en los villancicos andaluces, gitanos, o como quieran ustedes llamarlos. Nuestra selección es casi un resumen de estos dos meses en este saloncito: aquí volvemos a encontrarnos a Don Antonio y Lola, a Los Amaya, a Chacho, a Chano, a Paquito de Jerez y a las dos Terremotos, entre otros.
Es de ley empezar por los clásicos. Aquí tenemos a Chano Lobato interpretando el inmortal “Olé y Olanda”:
Y aquí lo tenemos con su versión del que quizás sea el mejor villancico de la historia: “Gloria”:
La misma canción que aquí nos dejan El Pescaílla y La Faraona en una estupenda versión, “Caminos de gloria”, capaz de poner al más escéptico a dorar al Niño:
Por su parte, La Terremoto de Málaga nos trae un tradicional "Villancico festero":
En un ámbito más yeyé, nuestra amada Dolores Vargas nos deja otra canción desconocida para nosotros y muy sentía, “El niño Manuel”:
También muy posmoderno, Paquito de Jerez nos regala estos "Villancicos serranos", memorables sobre todo por ese “venga vino y alegría”: la Navidad entera, con todas sus fiestas y sus sentimientos, resumida en un solo verso.
Pero si quieren comprobar que hasta los villancicos más tradicionales y aparentemente simplones pueden volverse enormes canciones en las manos adecuadas —a diferencia de un “White Christmas” o esa del maldito Reno Rodolfo, que ni Phil Spector ni Elvis ni San Pedro han sido capaces de volver buenas—, pasen, pasen y escuchen a La Terremoto haciendo
“Los peces en el río”
O a Los Amaya con sus increíbles versiones de “Rin rin”
“Los campanilleros”
"Canción del Tamborilero"
“Aires navideños jerezanos” (es decir, los peces en el río)
O esta maravilla llamada “En la cruz moría”:
Finalmente tenemos al Chacho, que se nos presenta con unas rumbitas navideñas que harán que el más ateíto de la familia baile presa del fervor cristiano:
“Los gitanos en Belén”
“Nacimiento de Jesús”
“Pastores a Belén”
“Mi cante navideño”
Apenas rascamos la superficie, y se podría hablar de sevillanas bíblicas, o de las locuras que se cantan acompañadas de zambomba por los pueblos gaditanos, o de los villancicos de Huelva, o de los que grabó Alan Lomax en Sevilla, o de la divina voz de esa fuerza de la naturaleza llamada La Paquera,
O de los villancicos por Bulerías de Camarón,
O del "agacha la rama / y coge limones / y dale a la Virgen / de tós, los mejores"...
Pero para despedirnos con un tono adecuadamente serio, porque cuando ya hemos dado buena cuenta del vino y del turrón nos entra siempre la vena mística, mejor encomendarnos a Undebé y dejarles con imágenes y sonidos de la "Misa Flamenca", primero con el audio de nuestra parte favorita, que no es otra que ese apabullante final del “cordero de Dios” con sus "aires gaditanos", aquí en la voz de Pericón de Cádiz y de otro cantaor (que no sabemos reconocer, aunque según nuestras fuentes ha de ser o El Chocolate, o Rafael Romero, o El Culata, elijan ustedes... y disculpen la mala calidad de sonido):
Y aquí en la voz de Fosforito:
Les dejamos en paz con una versión breve de la Misa al completo en la incombustible voz de Chano Lobato:
Total, que entre el vino y el villancico flamenco ya nos vamos poniendo católicos... ¡Arriba ese Verbo divino!
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