"CHIPÉN: Verdad Rumbera
Chipén, palabra caló que quiere decir "verdad", es el nombre del dúo rumbero formado por Peret Reyes y Johnny Tarradellas en 1985.
Estos dos ex-palmeros del Rey Peret son, en la actualidad, uno de los máximos exponentes de la cada día más afirmada NUEVA RUMBA barcelonesa, género bailable producto de la fusión de los tangos flamencos y la música tropical.
Con su estilo directo y efectivo, Chipén contribuye a devolver la rumba alegre -la verdadera- su papel protagonista dentro del contexto de la música pop de raíz latina, aprovechando para ello la experiencia que poseen de su paso por combinados tan sabrosos como Los Amaya, Tobago, Chacho y el ya mencionado Peret y sus gitanos. (Peret Reyes es ahijado del propio Peret)
En su primer disco para PDI estos dos artistas del Barri del Portal de Sant Andreu han volcado lo más auténtico de su quehacer, rodeándose para ello de músicos de la talla de Victor Ammann y Diego Cortés -verdaderos portentos de sensibilidad y técnica que aman y respetan la rumba-, así como del inseparable Petitet, 1,80 cms. de bongosero parlanchín, fiel amigo y músico lleno de recursos.
LA RUMBA QUE TUMBA ha vuelto y Chipén es uno de sus embajadores."
GATO PÉREZ Texto en la contraportada del disco.
Siendo sin duda sentidas y sinceras las palabras de Javier Patricio Álvarez -a.k.a. Gato Pérez- permítaseme discrepar un tanto. Desde luego que a estas alturas los que por aquí transitamos sabemos de sobra lo socorrido del soliloquio que sigue. Ustedes me disculparán. Del mismo modo también soy consciente de lo peregrinas que suelen ser mis opiniones. No obstante, uno persevera y persevera. Si "Desnúdate mujer" es rumba alegre yo debo ser un sieso de cuidao: Traición, fracaso, pasión, dominación, inquina, reconciliación, venganza, amor...
Son éstos tiempos extraños. Se pretende regular todo aquello inmensurable -del mismo modo que se pesan un puñado de garbanzos o se mide la altura de una pared- con el fin, inexplicable para mi, de otorgar correción a algo salvaje por naturaleza, complicado por derecho, inabarcable por definición; los sentimientos. ¿O son también cautivos vaivenes?. Creo que me estoy haciendo un lío amigos. Sigo. La(s) pregunta(s) es(son): ¿Por qué uno siente cuando otro es inmune?. ¿Por qué se llora mientras todos ríen?. ¿Acaso somos peores?, ¿Mejores?, ¿Distintos?... De acuerdo, por supuesto que lo somos. Quiero creer, abusando de su confianza, que ustedes entienden lo que tan malamente pretendo explicar.
Se enmascara con denuedo la realidad hasta encajarla dentro de lo que procede, pensando -de manera infantil, ilusa o inconsciente- que ocultar algo significa que no existe, que señalarlo implicará su domesticación. En el colmo de la ceguera, que ignorarlo es sinónimo de desintegración. Por suerte no es así. Es como si se aspirase a que la vida fuese -como aquellas antiguas cortinas de macarrones que confeccionábamos de niños con nuestros mayores, ¿Recuerdan?- una progresión aritmética, aburrida y previsible. Como si hubiésemos olvidado lo hermosa que resultaba la combinación maravillosa de tonos llamativos en lugar de la repetición aburrida del preceptivo color ala de mosca.
Todos hemos visto a las mejores personas hacer cosas abominables. También habremos sido testigos, ante fulanos despreciables, de momentos de ternura y compasión como jamás hubiésemos sospechado. Es cierto; hay que observar primero para después intentar comprender. Y tanto unos como otros habrán seguido siendo, con el devenir del tiempo y sus heridas, nada más que lo que querían, podían ser. Pero también, si somos mínimamente honestos, son, han sido, tal vez sean, bastante, mucho más de lo que creíamos que eran. Del papel que les habíamos otorgado de antemano. ¿Incómodo?. Tal vez. ¿Inquietante?. Probablemente. ¿Sorprendente?. Sin duda. Nada es lo que parece. Cada día menos.
Se enmascara con denuedo la realidad hasta encajarla dentro de lo que procede, pensando -de manera infantil, ilusa o inconsciente- que ocultar algo significa que no existe, que señalarlo implicará su domesticación. En el colmo de la ceguera, que ignorarlo es sinónimo de desintegración. Por suerte no es así. Es como si se aspirase a que la vida fuese -como aquellas antiguas cortinas de macarrones que confeccionábamos de niños con nuestros mayores, ¿Recuerdan?- una progresión aritmética, aburrida y previsible. Como si hubiésemos olvidado lo hermosa que resultaba la combinación maravillosa de tonos llamativos en lugar de la repetición aburrida del preceptivo color ala de mosca.
Todos hemos visto a las mejores personas hacer cosas abominables. También habremos sido testigos, ante fulanos despreciables, de momentos de ternura y compasión como jamás hubiésemos sospechado. Es cierto; hay que observar primero para después intentar comprender. Y tanto unos como otros habrán seguido siendo, con el devenir del tiempo y sus heridas, nada más que lo que querían, podían ser. Pero también, si somos mínimamente honestos, son, han sido, tal vez sean, bastante, mucho más de lo que creíamos que eran. Del papel que les habíamos otorgado de antemano. ¿Incómodo?. Tal vez. ¿Inquietante?. Probablemente. ¿Sorprendente?. Sin duda. Nada es lo que parece. Cada día menos.
"Desnúdate mujer" se me antoja que es todo eso. Quizás más. Todo dependerá de cómo escuchemos. De lo que sentimos.
¡Qué bonita reflexión,Don!Bella,muy bella.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con ud,este tema es de todo menos alegre.Incluso el estribillo tiene un fondo ironico.Produce más nostalgia que alegría.Hay desengaño,incluso pérdida de fe en el amor.Una gran canción que a mí me trae aires otoñales.Será porque el otoño yo lo veo un poco así,nostálgico y decadente.Y me gusta el otoño.Gracias.