Las mejores cosas en la vida te las enseñan los amigos. Ya lo decía Don José Martí, "Si dicen que del joyero / tome la joya mejor / tomo a un amigo sincero / y pongo a un lado el amor". Esto viene a cuento de que a Bambino me lo descubrió una persona a la que he visto una vez en mi vida pero que, como comprenderán, es solo por esta razón un amigo del alma. Pero también viene a cuento de que
tengo un queridísimo amigo que cada vez que me llama por teléfono o me ve me saluda cantándome, a grito pelado y si estoy de suerte acompañándose a la guitarra, esta maravillosa tonada que les traemos hoy, ni de la China ni del Japón, sino de un lugar debajo de los olivos:
Ay las niñas de media Europa,
Que ya están hartas de mambo y twist,
Me piden hasta la ropa
Como recuerdo diciendo así...
Y no solo de Europa:
Las chicas de Ingalaterra,
De Copenhage y de Nueva York,
Dan oles a nuestra tierra
Mientras repiten a viva voz...
¡Ay Bambino!
El nombre le viene a nuestro canastero universal de una canción que empezó a cantar muy pronto y que no se debe confundir con la mencionada en el párrafo anterior, ya que esta nunca la grabó en disco: una versión en castellano de "Guaglione", éxito napolitano de 1956 escrito por Giuseppe Fanciulli y Nisa Salerno que popularizó Renato Carosone. La versión en español que Bambino conoció e hizo suya hasta que la canción lo hizo suyo a él es la que grabó Gloria Lasso como "Chiquillo", que empieza así:
Bambino, Bambino, Bambino,Aquí la tienen:
tú siempre estás plantado allá por esa esquina,
todo es fumar, todo es mirar aquel balcón,
pobre chaval si la pasión ya te domina,
será un sufrir,
querrás morir en tu obsesión
Pero la versión más famosa del "Guaglione" es, cómo no, el mambo que enloqueció a las chicas de media Europa y que grabó el inmortal maestro de maestros, nuestro venerado Cara De Foca, en 1958:
Y ustedes dirán que esto ya no tiene nada que ver con Utrera y con nuestro Bambino. Y quizás no se equivoquen. Pero "Guaglione" se grabó en la Ciudad de México en unos años en los que por la misma ciudad pululaba y ululaba un talento único, el inconmensurable José Alfredo Jiménez. Que no es otro que el compositor de otra maravilla que aparece en ese primer EP de Fonogram/Philips de 1964, la primera obra publicada bajo el nombre de Bambino, donde se encuentra este "Bambino, Piccolino": la canción es "Amarga Navidad", que me viene al pelo precisamente hoy que he visto los primeros y horrendos adornos navideños expuestos en una tienda. Aquí Bambino:
Y aquí su autor, El Rey:
Acaba de una vez de un solo golpe
Por qué quieres matarme poco a poco
Si va a llegar el día en que me abandones
Prefiero, corazón, que sea esta noche
La versión de Bambino que les enlazamos, por cierto, es posterior, regrabada en 1976. Para la original del 64, haga usted el favor de tener paciencia que ya casi estamos.
En 1969 Fonogram recopila los primeros tres EPs de Bambino en un LP, ¡Bambino!, que incluye esta otra delicia escrita por José Alfredo Jiménez, "Cuando el destino", aquí tienen la versión y la original:
Es por eso que he venido
A reírme de tu pena
Yo que a Dios le había pedido
Que te hundiera más que a mí
Dios me ha dado ese capricho
Y he venido a verte hundida
Para hacerte yo en la vida
Como tú me hiciste a mí
Ya lo ves como el destino
Todo cobra y nada olvida
Ya lo ves como un cariño
Nos arrastra y nos humilla
Qué bonita es la venganzaNo hay duda de que Don José Alfredo tenía un don para las canciones de amor prohibido.
Cuando Dios nos la concede
Yo sabía que en la revancha
Te tenía que hacer perder
Hoy te dejo mi desprecio
Yo que tanto te adoraba
Pa' que veas cuál es el precio
De las leyes del querer
Volviendo a Bambino (del que que por cierto si quieren pueden encontrar una biografía muy sentía y una página web estupenda) y para terminar, sus palabras sobre su propio cante nos pueden servir perfectamente para ilustrar lo que pretendemos con esta página compartida:
No sé ni cuándo empecé a cantar con mi estilo. Me salió solo y en Madrid, en los escenarios, fui puliéndome. El flamenco puro me disloca, pero para ser un segundón cantando lo clásico, preferí buscar mi propio camino. Sin molestar a nadie. Y no me ha ido malamente. Unas canciones las metía por rumba y otras por bulerías. Según me venían a la cabeza. Y a veces las cambiaba de ritmo, dependía de cómo me encontrase.
Pues eso mismo. Así que ahí lo tienen para que lo escuchen todo, señores:
De Italia por lo romántico,
de Francia por lo misí...
¡Ay Bambino, piccolino!
Y con la mano así de flamenca queremos inaugurar este saloncito rumbero, que también es una empresa nacida de la amistad, y que se propone como peña y lugar de encuentro de compañeros rumbófilos y de similares parafilias, una peña sin reserva al derecho de admisión, sin distinción de raza, sexo, lengua o religión, donde cualquiera puede entrar en cualquier momento del día o de la noche, sentarse en un rinconcito, junto a los santos o en el patio bajo la luna, quitarse el sombrero, tomar algo o arrancarse tal vez con unas palmitas, unos oles a tiempo o a destiempo, unos arrebatos de baile... Este es su espacio para lo que ustedes dispongan.
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